Los émbolos que han llegado al pulmón se deshacen progresivamente y van cicatrizando por el efecto de los fármacos anticoagulantes. En cerca de la mitad de los pacientes acaban disolviéndose del todo, pero en el resto persisten en forma de cicatrices, que no acostumbran a ocasionar síntomas.
Tres de cada 100 pacientes con una EP quedarán con dificultad para respirar para siempre. Es lo que denominamos hipertensión arterial pulmonar, causada por la persistencia de los émbolos en el interior de las arterias de los pulmones. Es una enfermedad progresiva y grave.
Si usted ha tenido una embolia pulmonar y meses después sigue quejándose de dificultad para respirar, como no le ocurría antes del diagnóstico de EP, acuda a su médico porque el diagnóstico de esta secuela es relativamente sencillo.
